Venezuela 2005
Fernando Chumaceiro
Un año nuevo no es necesariamente un nuevo año, ya que en la sucesión del tiempo el presente es tan fugaz que sólo el pasado y el futuro tienen presencia y duración permanente. El pasado habita siempre en el recuerdo, mientras que el futuro lo hace en la esperanza… o en la desesperación. De allí, que el camino hacia el futuro no deba recorrerse solo, sino de la mano de Dios. De lo contrario deambularíamos, zigzagueantes y a la deriva, sin rumbo fijo, perdidos en las múltiples encrucijadas del camino. Sólo de la mano de El es posible avanzar con ilusión y optimismo al encuentro del futuro.En los cementerios del pasado debemos enterrar todo lo negativo que nos trajo el año 2004 y en la maternidad de este año debemos incubar los proyectos, las iniciativas y el plan de vida que cada uno se proponga realizar en este tiempo que acaba de comenzar.Es posible que la prepotencia, que suele merodear alrededor del poder, quiera avasallar a quienes no comparten su forma de gobernar. Es posible también que la dislepsia que sufren las autocracias para entender la estrecha relación que existe entre la democracia y la descentralización, lleve al gobierno nacional a querer dar marcha atrás al proceso de reforma que se inició en 1989 con la elección popular de gobernadores y alcaldes, el proceso de transferencia de competencias y recursos del Poder Central a gobernaciones y alcaldías, así como la puesta en vigencia de la Ley de Asignaciones Económicas Especiales, el Fondo Intergubernamental para la Descentralización y muchas otras medidas que durante muchos años la provincia venezolana le venía reclamando al Poder Central. Sobrarán gobernadores, alcaldes, diputados nacionales y regionales y concejales, que a la hora de escoger entre la autocracia y la democracia, acostumbrados como están a saltar de uno a otro lugar, prefieran ser sumisos a la autocracia antes que leales al pueblo que los eligió. Si algo deseamos, por el bien del país, es estar equivocados en nuestra apreciación, pero la ebriedad del poder, sobre todo en quienes han sido formados para dar y recibir órdenes, más que para dialogar y convencer a sus interlocutores, estimulados, además, por quienes son capaces de arrastrarse ante el Poder con tal de llegar a él, nos hace pensar que en el campo de la Federación, la democracia y la descentralización “el cielo encapotado anuncia tempestad”.El año que se inicia será crucial para el proceso de reforma del Estado, la descentralización administrativa y la justicia social, a la cual sólo puede llegarse por la vía democrática y nunca a través de la concentración del poder.
elperiodiquito.com
Fernando Chumaceiro
Un año nuevo no es necesariamente un nuevo año, ya que en la sucesión del tiempo el presente es tan fugaz que sólo el pasado y el futuro tienen presencia y duración permanente. El pasado habita siempre en el recuerdo, mientras que el futuro lo hace en la esperanza… o en la desesperación. De allí, que el camino hacia el futuro no deba recorrerse solo, sino de la mano de Dios. De lo contrario deambularíamos, zigzagueantes y a la deriva, sin rumbo fijo, perdidos en las múltiples encrucijadas del camino. Sólo de la mano de El es posible avanzar con ilusión y optimismo al encuentro del futuro.En los cementerios del pasado debemos enterrar todo lo negativo que nos trajo el año 2004 y en la maternidad de este año debemos incubar los proyectos, las iniciativas y el plan de vida que cada uno se proponga realizar en este tiempo que acaba de comenzar.Es posible que la prepotencia, que suele merodear alrededor del poder, quiera avasallar a quienes no comparten su forma de gobernar. Es posible también que la dislepsia que sufren las autocracias para entender la estrecha relación que existe entre la democracia y la descentralización, lleve al gobierno nacional a querer dar marcha atrás al proceso de reforma que se inició en 1989 con la elección popular de gobernadores y alcaldes, el proceso de transferencia de competencias y recursos del Poder Central a gobernaciones y alcaldías, así como la puesta en vigencia de la Ley de Asignaciones Económicas Especiales, el Fondo Intergubernamental para la Descentralización y muchas otras medidas que durante muchos años la provincia venezolana le venía reclamando al Poder Central. Sobrarán gobernadores, alcaldes, diputados nacionales y regionales y concejales, que a la hora de escoger entre la autocracia y la democracia, acostumbrados como están a saltar de uno a otro lugar, prefieran ser sumisos a la autocracia antes que leales al pueblo que los eligió. Si algo deseamos, por el bien del país, es estar equivocados en nuestra apreciación, pero la ebriedad del poder, sobre todo en quienes han sido formados para dar y recibir órdenes, más que para dialogar y convencer a sus interlocutores, estimulados, además, por quienes son capaces de arrastrarse ante el Poder con tal de llegar a él, nos hace pensar que en el campo de la Federación, la democracia y la descentralización “el cielo encapotado anuncia tempestad”.El año que se inicia será crucial para el proceso de reforma del Estado, la descentralización administrativa y la justicia social, a la cual sólo puede llegarse por la vía democrática y nunca a través de la concentración del poder.
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